Graffitti en la Quinta Región
Graffitti en la Quinta Región

Graffitti en la Quinta Región

El graffiti como expresión cultural del movimiento hip-hop nace a fines de los años 60′ en Estados Unidos, especí­ficamente en New York, como una manifestación por parte de jóvenes de raza negra que plasmaban sus sentimientos en contra de la discriminación que sufrí­an por el color de su piel, sensación que dibujaban con pintura en spray en las paredes de la ciudad, escribiendo frases que reflejaban su exclusión social con rayados o firmas individuales que los representaban a cada uno de ellos. Los propios trazados de los adolecentes comenzaron a multiplicarse por diversos lugares, adquiriendo estos primeros graffiteros fama y respeto entre sus colegas por la cantidad de tags que perpetraban en espacios comunes e inusuales.

En los año 80′, la cultura hip-hop de los barrios bajos de Norteamérica se expandí­a por el mundo a través de los medios de comunicación que curiosamente transmití­an el surgimiento de esta identidad social de jóvenes artistas, que ahora más allá de reflejar la distinción colectiva entre blancos y negros, representaban el sentir de las clases bajas por su situación de pobreza, siendo la música rap y sus derivaciones sí­mbolos de su proclamación.

Así­, el graffiti, una de las cuatro ramas del hip-hop, llega a Chile para quedarse. Aunque el movimiento de pintores urbanos se gestó en Santiago, poco tiempo después se propagó por regiones, llegando hasta el área más cercana a la Capital, Valparaí­so. Simples firmas y grandes escritos coloreados se diversificaron por el puerto, Viña del Mar y comunas aledañas, originándose grupos de pintores o crews que entregaban una pluralidad de sentidos a su arte, situación que motivó el siguiente reportaje del arte callejero de Valparaí­so y Viña del Mar.

 Sueños de Colores: Graffiti en la Quinta Región

EVOLUCIÓN PERMANENTE

Pese a que se conoce un gran número de graffiteros que dieron pie al movimiento en la provincia de Valparaí­so en los años 90′, uno de ellos cursaba segundo año medio cuando un compañero que habí­a llegado hace unos dí­as de Gringolandia, atravesó la puerta de la sala de clases cargando en sus manos una revista que entre sus páginas exhibí­a diferentes letras, diseños y dibujos de artistas newyorkinos. Andrés, más conocido hoy en dí­a como Drean One, pasmado por las letras de los graffitis de aquella publicación, dio sus primeros pasos en 1996, copiando los diseños en sus trabajos de la escuela, hecho que posteriormente lo llevó a decorar las calles de Valparaí­so y sus alrededores.

 

«La pintada en ese tiempo era alejada, lo que más se empezó a hacer fue la bomba ilegal y ha dejar la patá no más. Esta huea era una guerra, nadie te pasaba los muros, le daban color, hasta que de Santiago salió el cuento; somos estudiantes de arte y estamos pidiendo muros para pintar, tí­pico la vieja caí­a en la buena onda, (jejejeje), así­ se empezó a dar la mano a las primeras producciones en Valparaí­so, relató Drean.

En 1997, Drean one se dedica 100 por ciento al graffiti en la quinta región, partiendo por los tí­picos tags o firmas con su apodo, hasta encontrar su estilo y denominar como su esposa al Wild Style y su amante al Tres-d, tipos de figuras que nacieron en su trayectoria artí­stica, mientras limpiaba su estilo y tomaban forma sus obras.

«Al principio el proceso era lento. En Valparaí­so eran muy pocos los que dibujaban y pintaban, era difí­cil medirse con alguien y decir a buena lo estoy logrando o tengo que ponerle más bueno, la Internet no registraba mucho en ese tiempo, era caro tener ese medio, entonces onda lo hací­as por las tuyas,» recordó el graffitero.

 Sueños de Colores: Graffiti en la Quinta Región

En el presente el arte graffiti en la quinta región no se conforma por una amplia gama de pintores y diversos grupos, pero esto no evita que ciertas bandas de pintores callejeros llenen Viña del Mar y Valparaí­so con colores y diseños que llaman la atención de cualquiera. Este fenómeno Drean lo define como una evolución permanente, pocos pero buenos. Los espacios que los mismos graffiteros han abierto están permitiendo que la cultura se propague por los cerros y el centro de las ciudades, dejando claro que «la evolución no es de un dí­a para otro, cuesta, pero si obtienes la gracia es cosa de practicar y pintar no más. Pintemos bien si lo hacemos y los espacios se multiplicarán», concluyó el artista urbano.

ARRIESGARSE POR ALGO DISTINTO

La historia del graffiti denota una profunda crí­tica al sistema en el cual la sociedad está inserta. En el presente, una gran parte de los pintores callejeros mantiene la idea del arte urbano como un signo de protesta al mundo que los rodea, pero también existe otro lado que miran y creen en este arte como una expresión artí­stica pura, comunicar a través de los colores, ofrecer a la gente una obra visualmente atractiva, con la intención de acabar con los prejuicios que tienen de esta técnica.

Sebastián o Asie hace cuatro años salió del colegio y comenzó con un amigo a rayar las murallas de la ciudad hasta que un dí­a se dio cuenta de que se podí­a hacer algo más en éstas. Inspirado por el Tres-d también se dedicó al Wild Style, estilo que adoptó hasta el presente. Su evolución en el movimiento se ha basado en buscar un estilo propio, indagando en alegarse un poco de lo común, que en algunos casos se vuelve monótono visualmente.

«El graffiti, aunque suene cursi (jajaja), se transformó en una forma distinta de ver las cosas. En cuanto a lo que pueda significar pintar principalmente con spray lo que uno quiera, siempre manteniendo algo de sentido común entre lo que puede ser agradable o no visualmente hablando, siempre está presente el concepto de los comienzos de esto, lo cual es la base del graffiti, lo ilegal y lo auspicioso que puede tornarse», señaló el artista.

Sueños de Colores: Graffiti en la Quinta RegiónEn un principio, Asie consideraba pintar las murallas como algo que no pretendí­a llegar más allá que juntarse a colorear los murales un fin de semana, pero mientras avanzaba en el camino del graffiti, la movida fue creciendo e innovando, llevándolo a compartir con graffiteros de todo chile y del extranjero, transformándose en una corriente global. Este ascenso del arte también llegó a la provincia. «Hay muchos y buenos elementos acá en la región. Con el tiempo se han ido consolidando a un excelente nivel», explicó el graffitero.

¿Qué consejo le darí­as a los graffiteros que están comenzando en este arte?

«Lo que podrí­a decir es que traten de experimentar con cosas nuevas, esa es una de las libertades que nos brinda el graffiti. También es importante tener un estilo propio, es fundamental que identifiquen una pieza tuya, dibujando se logra un mejor diseño, en el proceso de forma se gana de todo desde la estilización del diseño hasta cambios mas drásticos en éste».

 

DAR COLOR A UN MUNDO GRIS

Una de las agrupaciones constantes y que semana a semana decora las paredes de Viña del Mar es “25 Crew”. Constituida actualmente por seis integrantes, dos de ellos en Noruega, la 25 como es conocida, ha coloreado una gran parte del centro de Viña del Mar y Valparaí­so en los últimos años, siendo los pintores urbanos más activos en estos lugares. Uno de ellos es Carlos o Dake, también conocido como Win o Car, graffitero hace cuatro años, inspirado por el arte desde pequeño por su familia, comenzó ha pintar entusiasmado por el ambiente y el proceso que implica hacer un graffiti, compró sus primeras croqueras hasta que se atrevió ha plasmar su arte en las panderetas.

«Yo no trato de comunicar nada explicitamente con el graffiti, más bien es algo para mí­, es bacán pintar, donde sea, me gustan caleta los lugares abandonados, esas industrias medias destruidas, pero no puedo negar que es filete que la gente vea lo que haces y tenga su opinión, sea mala o buena, provoca algo en ellos», explicó dake.

La práctica y el esfuerzo se han sumado a la evolución de este graffitero. La exigencia busca que cada pintor encuentre su propio estilo, trabajando para que éste se desarrolle y pueda escapar de lo tí­pico. En algunas ocasiones,la tesis que discuten entre los pintores es como la rutina de ciertas técnicas hacen que en las murallas se plasmen graffitis similares, perdiendo la identidad propia de cada expresión. No quedar conforme siempre con lo echo, motiva la mejorí­a en cada obra e impulsa ha seguir creando tipos de letras y diseños. La dedicación de Car por este arte ha echo que para él esta cultura tenga un significado en especial.

 

 

«Me gusta darle color a este mundo que cada vez se pone más gris y fome. Cambiar la rutina de las personas y que se vean enfrentados a un mural, que los entiendan. Los colores comunican muchas cosas. Y por otro lado, ¿Porqué todo tiene que tener un significado?, para mi pintar igual tiene una gran connotación polí­tica y social, decir de alguna forma que estamos acá, haciendo lo nuestro, aportando a nuestro modo», concluyó el pintor.

Las palabras de estos pintores llevan ha pensar el esfuerzo que constituye la puesta en marcha de una obra artí­stica urbana, el sentimiento y la dedicación que cada uno de ellos tiene por alcanzar el más alto nivel. En la lucha por la gloria entre sus pares se han tropezado y en aquellas caí­das han aprendido a darle un sentido, un significado propio a su arte, esquivando a una sociedad muda y sorda ante este movimiento integrado por una crí­tica al sistema en que viven. Comparten el deseo de dibujar un nuevo rostro al mundo, a sus murallas, al espacio. Pretenden ganar un lugar del mundo gris que ellos están colmando de colores. ¿Será que la mí­stica de los cerros porteños y la brisa marina de las costas de Viña del Mar han penetrado en su intelecto, desarrollando sus dibujos con un natural sentido artí­stico más allá de un juicio social?. El arte urbano de la quinta región se proyecta como una evolución permanente de colores, distintas visiones, pasión por el spray y su fiel amor, la pared.


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